El mundo sin higiene

Durante esta época, las personas no acostumbraban bañarse; solo se ponían talco. Por las mañanas una persona común se lavaba la cara y las manos, luego se ponía talco en el resto del cuerpo y perfume para disimular los olores; incluso se ponían talco en el pelo.
Los médicos aseguraban que el agua ablandaba la piel y transmitía enfermedades.
Con la creencia de que bañarse era ponerse en peligro, pues la piel se remojaba y podía romperse además de que se ablandaban los músculos; las carísimas tinas se convertían en un lujo que se usaba una vez por año.
En ese entonces había personas que se bañaban una sola vez en toda su vida, principalmente los burgueses solo se bañaban cuando iban a casarse, si estaban enfermos o tenían una gran herida.
También, a falta de baños o inodoros, las personas podían defecar a plena calle, tal como lo hacían los caballos, vacas y cualquier otro animal de corral que anduviera por ahí.